Cuando salí en mi
viaje era un niño, ahora soy un abuelo. Calmadas arañas, caminan en la obsoleta
figura del alma.
Las jóvenes
tortugas, son ahora viejas compañeras.
Un anciano lleno
de aventuras, he vivido muchas.
Pero ¿Cómo he
vivido? ¿Para qué he vivido?
Para el viaje. En
el viaje. Para guiar a otros en sus pasos. A los hijos, nietos, extraños. Todo
quien pregunte. No hay otro motivo. Para el viaje. Y quien diga lo contrario,
miente.
Todos hemos
escogido caminos. Unos más altos, otros bajos. Senderos fáciles, montañas
empinadas. Todo para el camino.
Más preguntas son
innecesarias, fugaces torturas, en un camino largo y empedrado. Doloroso.
No quiero hacer
justicia. La justicia no existe. Solo existe el camino, y cada paso que damos
en él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario