sábado, junio 23, 2012

Cartas de un viajero: 17ª Carta


En cada uno de mis viajes he visto cómo del tronco magullado, hecho leña, herido, puede crecer otro árbol. Porque es así la vida, capaz de sorprendernos con sus maravillas.
Quien no puede ver los senderos en la mitad del bosque, debe hacer su propio camino, seguro de su norte, y con herramientas confiables.
Los surcos en las hojas, y las venas por donde corre la sangre, son caminos también, que esparcen la vida, gloria y energía de la madre naturaleza a sus propios hijos.
El suave sonido que hacen las hojas con su golpeteo entre ellas, trae consigo la brisa que conforta al viajero en su extenuante jornada.
Hoy las palabras han fluido, como la sangre, como el río, por esas hojas, han brotado como nacidas de Dios, en mis pensamientos. Pero las campanas no dejan de Dios hable, sino que deja que el recuerdo de las ideas nazcan.
Los hombres que roban la basura, son vitales para el viajero, ya que limpian el camino, lo dejan puro para ser transitado.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario