El viajero de la
flecha me llaman, porque con plumas adorno la raíz que ocupo de bastón.
Yo siempre les
digo que escogí la raíz como respaldo de mi viaje, porque es muy difícil ver
una raíz moverse.
Y también lo hice
para llevar con paso firme y seguro cada uno de mis pasos.
Ligero pero
confiado, mi bastón es lo que quiero que sean mis ideas. Robustas raíces
arraigadas a la tierra, capaces de sostener árboles gigantescos, proyectos y trabajos.
Pero las plumas
en la punta, muestran mi espíritu libre, despreocupado por los asuntos de
dioses y mortales. Plumas que alguna vez fueron las largas y hermosas alas de
algún ave. Seres cargados con la libertad, las ideas y los sueños.
Soy parte de “la
sociedad de las plumas caídas”, almas atrapadas en la dicotomía de las raíces
emplumadas, de lo construido con nubes, de lo inmaterial imperecedero.
Un constructor de
nidos, un ladrón de ideas, un amante eterno, un viajero errante.
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