sábado, mayo 19, 2012

Cartas de un viajero: 2ª Carta


El sol es un compañero extraño.
Te acompaña en la larga jornada del viaje, te permite ver el aleteo de las mariposas, y el imposible vuelo de los abejorros. Guía el sendero de los pasos, y abre las ventanas de la casas.
Pero sin ningún aviso, aparte del naranjo del cielo, se va, dejando para mañana lo que queda de travesía.
Obliga a los girasoles devolver su mirada al cielo, y deja que las criaturas que aman a la luna deambulen libres. Hace que las flores oculten su belleza y que el viajero se refugie al lado de su hermano, el fuego.
Extraño compañero sostengo, porque sin él, no hay camino, y cuando se encoleriza en brazas, tampoco el viajero puede cumplir su cometido.
Es un travieso amigo de rutas el sol ese, que te deja  ver al pez bajo el agua, y te permite pescarlo, pero que también te castiga en los caminos donde sólo hay arena.
El sol es mi guía y mi captor. Entregado a su caprichoso andar sobre nuestras cabezas, y el viaje se hace placentero y difícil, hermoso, pero peligroso.


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