Una vez, estando en mi hogar, llegó la primera de varias cartas de un viajero. El Viajero de la Flecha, se hacía llamar.
Las cartas decían así:
He caminado por toda la Tierra.
Soy un viajero. Un oyente.
Un mudo entre los ruidos del mundo.
He bailado con los árboles y
conversado con las aves.
Las he visto jugar entre las nubes,
hemos cantado juntos.
He visto lo verde, lo rojo y lo azul,
me he
abrigado con lo amarillo y
empapado
con lo café.
He repetido el croar de los sapos y
tocado el
suave pelaje de los leones.
He tomado raíces y me han alegrado
los frutos
de lo vivo.
He huido de las robustas máquinas de
acero, que
cortan y asesinan.
He hablado con la gente que vive
de la tierra, que ama cada gota de
sudor nacido del "affair" de la tierra y el sol.
He cruzado la bruma.
He visto lo que hay más allá.
Lo hermoso de la vida,
lo puro de aire.
Soy un viajero, y este fue
mi primer y último viaje.
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