Las terribles
manos de la urbe con largas y abarcan mucho. Son guiadas por el viento y el
capricho, por el encanto de la dama de concreto.
El viento es frío
en el camino, trae consigo vida, romance, esplendor. Porta las promesas de los
hijos de las flores. Hace que las ramas del “Árbol de aves” crezcan fuertes,
altas.
Las hojas bailan,
saludan al viento. El sonido viaja a través de él. Canciones de otras tierras
llegan a mis oídos. La muerte viaja
partida en tres.
Caballos con
corazón de fierro, y las campanas. Las campanas no paran de sonar.
Un ojo vivo y uno
muerto, reyes del pasado, caminantes a la horca.
Claroscuro está
el cielo,
amenaza con caer,
bestias de la
noche,
no tardan en
aparecer.
El camino se
angosta, las manos de la urbe con largas y abarcan mucho.
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