Autor:
Omar Mundaca
El Hombre sin rostro
corría por los oscuros pasillos subterráneos del metro de Santiago de Chile. En
sus manos llevaba aquello que buscaba hacía tiempo. El objeto era rectangular,
grueso, y de tapas negras. La real pregunta, no era qué hacía aquel hombre en
aquella circunstancia, sino que, qué era lo que había escrito en ese libro.
La cara del hombre
estaba vacía. Un sombrero de alas cortas adornaba su cabeza, y una gabardina
completaba su atuendo, ondeando a su acelerado pazo. La luz era escasa, y
apenas dejaba ver los contornos de los pasillos por los que huía.
Si conocieran al hombre
bajo ese rostro, sabrían que las preguntas flotaban en su mente. ¿Dónde estaba
metido? ¿Cómo salir de ahí? ¿Qué había escrito en el libro? Y por sobre todo ¿Por qué había llegado a
estar como estaba?
Algo cansado, Question
se detuvo y pasó los dedos por la tapa del libro. A pesar de tener sospechas
sobre lo que ocurría, no pudo evitar sorprenderse por lo que sintieron sus
huellas dactilares. En ella, en relieve, una gran “S” dentro de un pentágono
irregular adelantaba de lo que trataba su contenido. El símbolo era reconocido
por todo el mundo, e incluso más allá de esta galaxia. Era una “S” kriptoniana.
La casa de “El”.
Siguió avanzando
temiendo ser descubierto, mientras sacaba del bolsillo un aparato con pantalla
táctil que le avisaba que no había señales de perseguidores ni, enemigos, sólo
animales rastreros y ratas que poblaban las abandonadas instalaciones de
aquella ciudad en el fin del mundo.
El gas de fijación de la
Pseudodermis ya estaba perdiendo efecto, cuando Question guiado por la
información de su dispositivo, decidió parar un momento. Asfixiado, el sudor
recorría sus escondidas mejillas, y agitado quitó la máscara que cubría sus
facciones y su nariz, para tomar una larga inspiración de aire viciado.
El rostro de Tim Drake
lucía extenuado.
¿Cómo es que él, el ex
Red Robin, había terminado utilizando la antigua máscara de René Montoya, y
Victor Sage antes que ella?
Esa pregunta era
sencilla, comparada con la que la mente del ex pupilo del mejor detective del
mundo.
Drake siguió una pista,
para descubrir lo que iba mal con este mundo. Encendiendo su linterna portátil,
miró el libro. Era grueso, negro, y con la “S” de Superman sobre él. Lo abrió.
“El Evangelio de Superman” rezaba el título en la primera página.
Pasó la página, y lo que leyó llamó más poderosamente su atención.
-“El Evangelio de
Superman, según Lois Laine” – murmuró entre labios.
“Yo lo amé. Lo vi morir, y volver a la vida. Y él es el camino, nadie
más puede salvarnos”
Drake cerró el libro al
creer haber oído algo.
Nervioso, siguió
avanzando hasta ver una salida. Por el portal por donde hacía tiempo no
transitaba un metro bus, se dejó ver un escenario demoledor. Edificios en
ruinas, automóviles abandonados. La luz de la luna permitía una panorámica
completa del sector. Miró con cuidado hacia el exterior, y corrió por la vía,
para refugiarse en algún otro lugar oscuro. No era seguro andar por ahí
expuesto, aunque su gabardina cubierta por plomo, hacía difícil que lo viera.
Dentro de un edificio,
abrió nuevamente el libro. En el costado, tenía comisuras que indicaban el
inicio de cada capítulo. Estaba interesado, quizás eso le daría una pista de
cómo todo se había ido al infierno.
“Lo combatí, me enfrenté a él como un igual, y me rendí antes su
misericordia. Caído de las estrellas, la respuesta a la soberbia humana llegó
para calmar nuestros corazones. Arrepentido me aceptó entre sus seguidores,
para hacer de este, un mejor mundo”. Question quedó anonadado, miró el
título de aquel capítulo, antes de continuar. “El Evangelio de Supermán según Lex Luthor”.
Su aparato lanzó una
vibración. Tim cerró el libro con rapidez, y miró la pantalla. Su ritmo
cardiaco se aceleró a gran velocidad.
-Mierda, me encontró.
El ex Robin pensó por un
segundo regresar a los túneles del metro, pero sabía que era peligroso.
Enfrentar a quien lo perseguía, siempre fue más fácil en campo abierto.
Corrió en contra, para
enfrentarlo, tomando una pistola, sabiendo que le molestaría, y sacaría de
concentración. “Si te quieren tomar por sorpresa, ve y enfréntalos” recordó de
su época como Sidekick.
Al llegar a una esquina,
el aparato le informaba que se encontraría frente a frente a quien lo perseguía,
pero al doblar, sólo un perro callejero pasó corriendo. Se fijó que algo
colgaba se su cuello, una trampa, un señuelo para la máquina.
Desde su espalda una
sombra más negra que la noche, cayó sobre él, tumbándolo, haciéndolo perder su
arma de defensa.
Tim miró a su atacante,
vestido como era usual pero con una gran “S” kiptoniana en el pecho, dentro del
murciélago.
-Bruce – saludó con
seriedad.
Batman no respondió. Tim
Drake, su antiguo compañero en la persecución del crimen, se lanzó contra el
vigilante de Gotham, agitando un bastón “Bo” plegable, su arma favorita. Batman
interceptó con el antebrazo, protegido por una armadura hecha de materiales
resistentes a cualquier cosa. Tecnología extraterrestre.
-¿Por qué permitiste que
ocurriera esto? – preguntó Question en el enfrentamiento.
El murciélago siguió sin
hablar. De hecho, no hablaban desde hace años, desde que públicamente el hombre
de acero se había proclamado gobernante del planeta, rodeado por la liga de la
justicia. A su derecha estaba su mentor, que ahora callado, combatía de forma
automática, casi de manual. Drake notó esto, y se adelantó. Combinando algunas
técnicas derribó a su formador.
-Identidad – preguntó
Batman, luego de recuperarse.
La máscara que cubría su
rostro, tenía agregado un reconocedor facial en los anteojos, dándole el nombre
de su ex pupilo.
-“Drake, Timothy. Red
Robin” – repitió Batman.
-Question ahora. Me
parece más adecuado para los tiempos que corren.
-Drake Timothy, tengo
una oferta que hacerte. Devuelve lo que has robado, y podrás unirte a nosotros.
Liberar al planeta de la escoria.
-Ese no fue el trato
cuando me puse la máscara por primera vez. Además, por tu tono apagado, por no
saber quién era yo, y por sobre todo, por tu pobre desempeño en combate, asumo
que no hablo con Bruce Wayne, ¿no es verdad?
-Inteligente. Necesito
eso – dijo, quien fuera que estuviera bajo la máscara.
-Primero, responde ¿De
qué se trata todo esto? – preguntó Drake, levantando el libro, el Evangelio de
Superman.
-Una idea de él – dijo
Batman, apuntando a su propia cabeza – cualquier proceso purgatorio, despierta
resistencia, y suele ser un proceso desgastante si se juega a corto plazo, pero
si logro que la misma gente se rinda, que ellos mismos se entreguen… a largo
plazo… eso sería una victoria total.
-Pero esto es burdo, la
gente sabe, ha visto la crueldad de Superman. Mira cómo ha dejado al mundo.
-Inteligente – repitió,
apuntando a su propia cabeza – Creo que no estás considerando todo. El huésped
principal tiene una proyección de vida muy superior a estos sujetos. Los
victoriosos escriben la historia… y controlar la esperanza de algunos, puede
serla clave que mi victoria.
-¿Quién mierda eres tú?
– preguntó Drake, lanzándose al ataque.
Luego de un largo
intercambio de golpes, Drake logró quitarle la máscara a su contrincante,
mostrando el semblante de su padre adoptivo, el multimillonario Playboy, Bruce
Wayne.
-No entiendo.
-¿No es la respuesta que
esperabas? – respondió Batman, con una pregunta – mira – añadió.
Con su mano derecha
apuntó su cuello, y una punta de algo morado sobresalía, como un brazo de
estrella de mar.
-Starro.
-Luego de mucho tiempo
de combatir, decidí cambiar la estrategia, y aprender de mis huéspedes. No te
reconocí, ya que tuve que freír gran parte de su cerebro para evitar la
continua resistencia. Este en particular me sirvió mucho, para desarrollar el
plan, y por sobre todo ese libro. “El Evangelio de Superman”, una falsa
esperanza para el futuro, para aquellos nacidos bajo la sombra de la ignorancia
y el miedo. Tres o cuatro generaciones en el futuro no tendrán idea de por qué
el mundo está como está… y su salvador será el hombre de acero.
Drake esperó un momento,
procesándolo todo. Algo le molestaba. Una última pregunta.
-¿Por qué me cuestas
todo esto?
-Porque él ya está aquí.
Desde lo alto, una capa
roja adelantaba la identidad del recién llegado.
-También soy yo. Quizás
en alguna ocasión te llevaré a la fortaleza para visitarme. Este es mi custodio
persona, y tu final.
Superman, bajó a gran
velocidad hasta donde Drake estaba de pie. Lo tomó con fuerza, inmovilizándolo.
Batman se acercó a su ex pupilo, y se quitó la estrella Starro de la base de la
nuca, y la acercó a Question. Las preguntas cesaron. Un ruido intenso apagó la
conciencia del ex Robin. De un rápido movimiento, y cuando se percató que Bruce
Wayne recuperaba su propia identidad, Superman lanzó un rayo de calor en medio
de su frente, dejando caer su cuerpo. Inmóvil, Tim Drake esperó hasta que el kriptoniado,
dominado por Starro El Conquistador, la estrella de mar espacial, terminaba de
desvestir a Bruce Wayne, y le pasaba la armadura del Murciélago a su nuevo
portador.
-Ahora, ve, y esparce mi
palabra – dijo dramático Starro, entregándole nuevamente el libro a Drake, que
lo había soltado al ser atacado por Superman.
Batman, no dijo nada.
Fin.
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