miércoles, junio 11, 2014

En Búsqueda del Paraíso



En Búsqueda del Paraíso.

Esa vez juntamos plata como por un año. No queríamos ni salir, ni comprarnos ropa. Comíamos lo justo para gastarlo todo allá. Una locura. Fue para su cumpleaños. Nuestros amigos llegaron de sorpresa a despedirnos. Se lo habían ganado. Tuvieron que mamarse los doce meses de nuestros rechazos y penurias. Lo pasamos increíble y casi nos quedamos dormidos por la celebración.
Partimos rápidamente al aeropuerto, y tuvimos varios problemas con el equipaje: Que llevábamos mucha ropa, que no teníamos donde dejarla, que pagábamos el sobre equipaje, que mejor no. Al final la azafata se apiadó de nosotros, y nos dejó pasar los cinco kilos de más.
Ella me contaba de sus viajes y amigos, de lo divertido que era el extranjero. Yo le sonreía porque lo más lejos que había estado de mi casa, era el negocio de la esquina.
La azafata nos interrumpió ofreciéndonos comida y algo para beber. Nosotros la ignoramos continuando con nuestra conversación. Me quedé dormido un buen rato después de eso. Estaba viendo las formas de las nubes y esas cosas que hacen las personas que viajan en avión por primera vez.
Apenas llegamos, nos dimos cuenta. El lugar era maravilloso: Agua color turquesa, arena clara, palmeras gigantes, y piña colada por todas partes. Fueron unas vacaciones inolvidables.
Recuerdo que nos demoramos semanas en elegir el destino de nuestro viaje. Yo estaba empecinado en llevarla algún lugar que ella no conociera, pero ella solo quería salir de la rutina. Era casi una cruzada personal en búsqueda del paraíso.
Cuando regresamos todo parecía plomo y triste. No habíamos querido encender las luces de la casa esa noche, para no pensar en que estábamos de vuelta. “Es solo un sueño, no hemos dejado el trópico” pensaba mientras entrábamos en la pieza y nos tirábamos sobre la cama sin siquiera sacarnos la ropa de lo agotados que estábamos.
No había oído el sonido del despertador en esos quince días, y ahora me parecía el ruido más desagradable del mundo. Hasta que la vi despertar: Su sonrisa hizo que la cama pareciera tibia arena en frente del mar; el agua de la ducha, la más fresca de las vertientes; y el té de esa mañana, el más exótico de los tragos.
Sin duda mi viaje había terminado. Había encontrado el paraíso.

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