Me acomodo en mi asiento. Acomodo mis sueños y anhelos también. El “joven”
me dice que pasado el peaje, llegaremos en quince minutos. Son eternos quince
minutos.
¿Cómo será esta tal Concepción? ¿Será como La Serena? ¿Cómo Santiago?
“No”, me dijeron, “Concepción tiene alma de cristal.
Cuando bajamos por ese espiral que nos da la bienvenida a la ciudad, la vi.
La ciudad de cristal, extendiendo sus imaginarias y majestuosas torres
transparentes.
"Cuento enviado a Concepción en 100 palabras"
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