martes, abril 05, 2011

El cielo está cerrado,
los faroles de las calles titilan
sus pálidas luces amarillas.
Los perros lloran a lo lejos,
la muerte silva en nuestro oído.

El viento mece la ramas de
árboles que despiden
un alma condenada.

Las lágrimas cavan el rostro,
olas de miedo inundan los ojos.
Me niego a perderte, me niego a dejarte ir.

El vanal beso de la muerte fría
come la carne viva.
Cálida llamada
suave despedida.

Susurra, "El mundo no se detiene",
pero si lo hizo, por un segundo.
Un segundo eterno
que aún no termina.

Quiero dormir ahora
dejar descansar la mente.
Calentar mi cuerpo en el fulgor
de la esperanza,
dejar que la pena termine.

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